La toxina botulínica es uno de los procedimientos estéticos que más satisfacción produce en los pacientes y uno de los que menos riesgos presentan. Representa una técnica excelente para relajar las arrugas de la frente, el entrecejo y/o las patas de gallo entre otras. Es un procedimiento sencillo de realizar, muy seguro, no invasivo y prácticamente sin efectos secundarios.
La toxina botulínica se usa en Medicina desde hace muchos años, para tratar pacientes con estrabismo, blefaroespasmo y distonía cervical, a dosis mucho mayores de las que se usan en dermatología estética. También se aplica con gran eficacia en el tratamiento de la hiperhidrosis (exceso de sudoración) de axilas y palmas de las manos, tanto en pacientes adultos como en niños. Asimismo, en nuestra consulta también la venimos usando en el tratamiento del bruxismo (hábito involuntario de apretar los dientes).
Clásicamente la toxina botulínica o botox se ha usado para el tratamiento de las arrugas del entrecejo y de la región frontal. La toxina botulínica es una de las mejores formas de rejuvenecer y potenciar la mirada. Sin embargo, cada vez adquiere un mayor interés su uso en la mitad inferior del rostro. Lo que se busca es suavizar las arrugas relacionadas con el envejecimiento y aquellas que dan un aspecto “malhumorado” o de “tristeza” y potenciar las expresiones estéticas. La toxina botulínica tiene la capacidad de producir un “efecto lifting”, relajando la musculatura depresora y potenciando la elevadora.
La aplicación de la toxina botulínica debe ser llevada a cabo por dermatólogos experimentados. Una adecuada técnica de inyección de toxina botulínica implica un conocimiento estricto de la musculatura de la cara y de su función. Identificamos los músculos responsables de las arrugas correspondientes gracias a una valoración detallada del paciente antes del tratamiento.
El efecto de la toxina botulínica se hace evidente a las 48-72 horas y dura aproximadamente 6 meses. En ocasiones, puede ser necesario combinar esta técnica con materiales de relleno para logra un resultado totalmente satisfactorio. A medida que se repiten los tratamientos, el efecto de la toxina cada vez es más duradero y se pueden espaciar más las sesiones.
Un interesantísimo y reciente estudio ha demostrado que la toxina botulínica no sólo provoca la desaparición de las arrugas de expresión, sino que también hace que la piel esté más elástica y más firme. Por un mecanismo aún no bien conocido, la toxina botulínica estimularía a los fibroblastos para que produjeran más colágeno y elastina.
En resumen, se trata de una técnica extraordinariamente eficaz, que obtiene una gran satisfacción en la mayoría de los pacientes. Es un procedimiento prácticamente indoloro y los pacientes pueden hacer vida normal desde el primer momento.
BIBLIOGRAFÍA
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