El carcinoma epidermoide, también llamado carcinoma escamoso o espinocelular, es una neoplasia maligna derivada de los queratinocitos y representa el segundo tumor cutáneo maligno más frecuente (por detrás el carcinoma basocelular).
En cuanto a las causas que lo originan, la más importante es el daño solar crónico. No olvidemos que la luz ultravioleta es capaz de producir mutaciones en las células de nuestra piel. También son posibles causas de carcinoma epidermoide la radiación, úlceras crónicas, la infección por el virus del papiloma humano y la inmunodepresión (especialmente en pacientes trasplantados).
El carcinoma epidermoide puede aparecer de novo, pero lo más habitual es que surja sobre algún tipo de lesión precursora (queratosis actínica, queilitis o leucoplasia). De hecho, muchas veces resulta muy complicado diferenciar un carcinoma epidermoide de una queratosis actínica hipertrófica.
La localización más común del carcinoma epidermoide es la cabeza y el cuello, así como en el dorso de las manos de pacientes ancianos. También puede aparecer en mucosas (especialmente en labio inferior en personas fumadoras). Cuando se localiza en el glande recibe el nombre de eritroplasia de Queyrat.
Clínicamente podemos distinguir formas superficiales (enfermedad de Bowen y Eritroplasia de Queyrat) y formas invasivas. Las formas invasivas se observan como lesiones elevadas, con costra superficial, que pueden ulcerarse y sangrar y de crecimiento progresivo. Destacar que aunque el pronóstico suele ser bueno, esta forma de carcinoma epidermoide puede invadir estructuras profundas y metastatizar a ganglios regionales u otros órganos.
El tratamiento consiste en la resección quirúrgica de la lesión con márgenes de seguridad. También se han empleado con éxito el tratamiento con curetaje y electrocoagulación y la radioterapia en casos seleccionados. En caso de las formas superficiales (enfermedad de Bowen y eritroplasia de Queyrat), pueden ser de gran utilidad la crema de Imiquimod al 5% o la terapia fotodinámica.